Revista electrónica del Grupo de Arte de la Asociación del Personal de la OEA - Marzo 2003 |
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EDITORIAL |
La revista electrónica del Grupo de Arte de la Asociación del Personal de la OEA -Pinceladas- se ha convertido rápidamente en el vehículo para la difusión y coordinación de actividades artísticas en nuestro ámbito laboral. Sus diferentes secciones nos abren una ventana al mundo del Arte, como ocurre con el Artista Invitado, por donde han desfilado desde noviembre de 2002 figuras como Frida Kahlo, Roberto Matta, Georgia O’Keeffe y Fernando De Szyszlo; la sección sobre libros de arte en la Biblioteca Colón nos descubre un catálogo amplio de oportunidades de lectura y consulta, cuyo acceso se encuentra prácticamente al alcance de la mano; los Apuntes de Arte nos conducen de una forma amena por los corredores de la historia del Arte; y la sección Calendario, nos informa oportunamente sobre las exposiciones de los nuevos artistas disponibles en el área de Washington. Pinceladas facilita el contacto del Personal con las diferentes expresiones de las artes plásticas y visuales. Es un espacio donde comparten intereses aquellas personas ya aficionadas al arte y al mismo tiempo en donde encuentran la posibilidad de explorar nuevas dimensiones vitales aquellos para quienes el Arte aparentemente es más ajeno. Pinceladas nos invita todos los meses a reconocernos en el Arte como seres humanos sensibles, capaces de hermanarnos en un terreno en el que no existen otros límites que la exploración y el goce estético. Como funcionarios internacionales, además, Pinceladas nos permite manifestar nuestro aprecio por el Arte de las Américas. En la edición de marzo, Pinceladas nos lleva a un recorrido por la vida y obra de Angel Hurtado, artista y antiguo compañero de nuestra Organización, quien durante muchos años trabajó en el Museo de Arte Moderno de Latino América, hoy Museo de Arte de las Américas. También encontramos un artículo que ofrece consejos prácticos sobre fotografía; nuevas reseñas sobre obras disponibles en la Biblioteca Colón; e indicaciones sobre conservación preventiva en obras en papel. Los invito a que sigan apoyando las actividades del Grupo de Arte, especialmente a través de la lectura de Pinceladas. No duden en enviarnos sus comentarios o artículos, los que podrán ser del interés del Personal de la Secretaría General. Disfruten nuestra revista correspondiente al mes de marzo de 2003. Rene L. Gutiérrez, Presidente de la Asociación del Personal, OEA |
ARTISTA INVITADO |
Con este artículo Pinceladas
quiere rendir un especial homenaje a nuestro querido compañero y maestro
Ángel Hurtado, quien trabajó por muchos años en el Museo de Arte de la
OEA
Formas en Equilibrio I
"Pinta tu aldea y serás universal", reza la máxima
de los antiguos. Y aunque Angel Hurtado tal vez no tenía esa intención
en mente cuando desde muy joven, niño casi, pintó obsesivamente los
paisajes del Tocuyo, su tierra natal, sí pareció tener conciencia, desde
el principio, de que el problema no era la mera representación, sino la
dimensión plástica que éste le planteaba. Así lo deja sentir cuando
declara, en 1950, al diario El Universal, que la pintura venezolana debía
tratar de asimilar más el ambiente, procurando desligarse de influencias
extrañas, pero evitando caer en ciertas tradiciones criollistas de mal
gusto. Esta afirmación temprana es
necesario tomarla en cuenta para entender que desde que empezó en la
pintura Angel Hurtado ha estado marcado por el paisaje, aun en los años
de indagación en la abstracción, en los que su presencia no es evidente
en el cuadro, pero continúa allí, como una energía latente, reclamando
su espacio, marcando cada línea, cada textura, cada color, cada decisión
plástica que conforma el estilo de este artista, hasta hacerse paisaje
interior, cósmico, universal, un paisaje ubicuo y de ninguna parte, que
surge bajo la forma de tepuy o serranía, para recordarnos, antes de que
el final llegue, que hubo un tiempo primigenio, anterior al hombre, que
parece ser, en sus cuadros, el tiempo, el espacio y el paisaje mismo del
alma. Angel
Hurtado es un caso único, inusual, en nuestra pintura. Excepcionalmente
dotado para el retrato y el paisaje, como lo demuestran los trabajos de
juventud, cuyo seguimiento podemos hacer gracias al valioso trabajo de
Marta de la Vega, Angel Hurtado , donde apreciamos su dedicación a la
geografía y la arquitectura de su ciudad natal, al punto de que alguien
llega a afirmar, después del terremoto que destuyó a El Tocuyo en los
50, que ésta podría ser reconstruida a partir de los cuadros y dibujos
de Hurtado. Pero
ya entonces advierte Marta de la Vega su necesidad, como señalábamos, de
ir más allá de una imitación o representación de la realidad, para
construir una proposición estética solo apoyada en valores plásticos.
Conciencia que se reafirma en los '50, cuando se marcha a París, en esos
años en los que al capital francesa es el escenario de la aventura que
libra el arte por independizarse del yugo de la representación. Y
no solamente el arte: la vida parece transcurrir, paralelamente, en e
mismo sentido de búsquedas, experimentos y aventuras. Siempre he sido muy
inquieto, confiesa hoy el artista. Siempre quise conocer cosas, descubrir
el mundo que hasta entonces sólo había conocido en los libros. Pero la
lectura sola no llena. No es lo mismo oír hablar de Grecia que ir a
Grecia. Así que, a los 27 años, me fui a Europa. Recorrí todo, y solo.
Desde Grecia hasta los países escandinavos. Fue un viaje de aventura. Sin
dinero. Al llegar a París, comparte con Jesús Soto la música como medio
de sobrevivencia, y con él, Narciso Debourg y otros artistas, constituye
el grupo Galipán, en el que Hurtado toca la percusión. Tocábamos en los
restaurantes, y después pasábamos el sombrero. Incluso quedaron algunos
discos grabados. Fue una etapa muy bonita. En
el mundo de la plástica -refiere- estaba de moda por esos años el arte
geométrico, pero eso nunca me atrajo. Me gusta el arte abstracto, pero que
sea espontáneo, sin recta ni tiralínea. Por eso, siempre hice un arte
abstracto no geométrico. Aunque tampoco creo que sea abstracción lírica;
de hecho, es un término que no me gusta. Yo diría más bien subjetiva.
Hay gente que ve en ellos cosas de tipo poético, pero no es algo que yo
busco. Y
es el paisaje siempre, el que subyace en él. Paisajes de El Tocuyo, ya
inexistente, que perviven en su memoria. Ahora soy de ninguna parte, dice
a raíz del sismo. Y, más tarde, señala: Es como si el terremoto se
hubiera llevado a El Tocuyo por el mundo dando vueltas y a mí en él
(...) Nada mejor que ser de una ciudad fanstama para llegar a ser
ciudadano del mundo. Como la casa perdida de la infancia es irrecuperable,
pero seguimos allí, obsesivamente buscándola, los paisajes de su región
natal continúan, como un motor oculto, potenciando sus búsquedas. Pero
he aquí que entonces, aunque sigue trabajando en la pintura, explorando
en los nuevos lenguajes que el cosmopolitismo determina, Hurtado se
entrega casi por completo, durante más de 30 años, a la maravilla del séptimo
arte. El futuro del arte está en el cine, le había dicho a Jesús Soto a
su llegada a París. De obsesión temprana, el cine pasa a convertirse en
forma de vida. Y
tal vez no le faltaba razón. Porque si el nombre de su abuelo -Leonardo-
y su padre -Miguel
Angel-
tal vez lo marcaron en los confines de la conciencia para la pintura, la
actividad de éste último en el pueblo del Tocuyo, representó para él
no sólo el contacto directo y el descubrimiento de la magia del cine,
sino la primera -y definitiva- fascinación por la imagen. Él mismo
recuerda cómo, a raíz del trabajo con su padre en el cine Sucre del
Tocuyo, recortaba los fotogramas de las imágenes que más le impactaban y
los llevaba a su casa para disfrutarlos en la soledad de su cuarto oscuro.
Y son doce años los que pasa en París dedicado al cine, una experiencia
de la que quedan Vibrations, sobre el arte cinético de Jesús Soto, Le
chambre d'à côté, su primera película de ficción; su participación
como asesor artístico en L'ombre familière, de Maurice Pialat; Fisicromías,
sobre la obra de Carlos Cruz Diez, La cerámica, La metamorfosis, su
segunda película de ficción, y muchos años haciendo video para la
televisión francesa, cuando el color arriba a la pequeña pantalla. En
1970 asume el cargo de Jefe de la Unidad Audiovisual del Departamento de
Artes Visuales del Museo de la OEA, que dirige José Gómez Sicre, donde
realiza la serie América Latina, imagen y tiempo, serie de documentales
para televisión sobre diversos artistas de Venezuela y América Latina,
que permiten a Jesús Soto afirmar que el arte, y el continente
latinoamericano en particular, tienen una gran deuda con Angel Hurtado. Más
de treinta años de vivencias absolutamente urbanas, y sin embargo el
paisaje, contra lo que se pueda pretender, sigue allí, en el interior del
artista, pujando por salir. Y no un paisaje cualquiera, sino el paisaje
del Tocuyo, que ya ha adquirido en su conciencia dimensiones cósmicas.
Son sus noches y sus símbolos y sus estaciones y sus meses del año, en
los que Hurtado indaga texturas, colores y materias, a la vez que,
paralelamente, parece explorar en su propio ser. Los resultados los deja ver en la
muestra que en 1967 presenta en el Museo de Bellas Artes, a la que
sobreviene un silencio de casi 30 años, hasta 1990, cuando lo tenemos de
nuevo, ya otro, en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas,
definitivamente con sus Paisajes interiores. Durante
esos años, aunque no hubo exposiciones, nunca dejé de pintar, aclara
Hurtado. No exponía porque estaba ganándome la vida de otra manera en
Francia y Estados Unidos, porque yo nunca he vivido de la pintura. Es
ahora cuando lo hago, después de 60 años de trabajo con el cine, pero
siempre relacionado con la pintura. No dejé de pintar, pero no tenía
tiempo para preparar una exposición. Cuando me retiré, decidí retomar
la pintura, y del 90 para acá estoy dedicado a ella full time. Pero
su pintura, dice, ni cambia ni se revoluciona, sino que evoluciona. Soy
muy lento para trabajar. Paso la mayor parte del tiempo pensando y viendo
el cuadro. Y soy muy exigente conmigo mismo. Cuando voy a una casa y veo
un trabajo mío, me provoca tener una paleta para corregirlo. Para
darle vida a esas imágenes de la conciencia, Angel Hurtado apela a su
maestría en el dominio de la estructura y el manejo de la forma. Al buen
hacer de la pintura. Son características que extraña y reclama en el
arte de hoy: Yo trabajo mucho la perspectiva aérea. No quiero que el
cuadro se quede pegado en la tela, que sea superficie plana, sino que
tenga aire, que respire. Me interesa mucho la atmósfera. La mayoría de
los pintores de hoy no saben pintar. Pintan, pero no saben. Eso sólo pasa
en la pintura. En la literatura tú no puedes escribir sin saber hacerlo,
y en la música menos puedes pretender ser músico sin serlo. Pero
cualquiera pinta un mamarracho y dice que es pintura. La crítica tiene en
ello parte de responsabilidad. Yo estoy en contra de eso. Yo uso la técnica
clásica, los valores, la composicón, todo lo que han hecho los grandes
maestros. Trato de seguirlos. Mi pintura tiene que ser rigurosa. Y me lo
impongo. No hago cuadros en un día por salir del paso. -Se ha comentado mucho acerca de la importancia de la estructura en sus cuadros. Yo
creo que un cuadro sin estructura es como un cuerpo sin esqueleto. Un
cuadro que no tenga composición no se sostiene. Esas manchitas voladoras
y esas cosas que tú ves por ahí, no tienen asidero, por eso no pueden
perdurar en el tiempo. Para que un cuadro se sostenga en el tiempo tiene
que tener estructura y composición. Ésa es la base. -¿Cómo es el proceso de realización de sus cuadros? Empiezo por el boceto, porque es lo que dice por dónde agarrar. El boceto es una idea para empezar. Primero lo hago en blanco y negro, después lo voy transformando, porque hago otro ya en color. El mismo boceto te dice el colorido que necesita. Entonces, cuando tengo el boceto listo, paso a la tela en grande. Y por lo general, cuando termino, la tela no se parece en nada al boceto. Si
en algo ha sido exigente Angel Hurtado es en la defensa de su propio
estilo. Vive en constante lucha por mantenerse libre de influencias. Ese
es su orgullo , comentaba el diario El Nacional en 1950. Y es que para
este artista el estilo es como la caligrafía, algo que se lleva dentro.
Monet decía que el artista tiene que pintar como el pájaro canta. Cada pájaro
tiene su canto, como cada artista su estilo. Y si lo cambia, es porque no
es sincero consigo mismo. Picasso, que fue el artista más grande de este
siglo, nunca cambió de estilo. Aunque sus cosas sean antagónicas, tienen
la misma personalidad. Por eso, yo nunca entendí a esos pintores que un día
son cubistas y otro figurativos. Vas a una exposición de ellos y parece
una colectiva. -Si tuviera que ubicar referencias en su trabajo, ¿a quiénes señalaría? Estos paisajes no tienen realación con ningún pintor venezolano ni extranjero. Yo he tratado de ser, no original a ultranza, pero no quiero parecerme a nadie. Claro que eso no quiere decir que no tenga influencias. Quien más me ha influido, aunque no lo parezca, es Rembrandt, maestro del claroscuro. Yo no sé cómo pintaba Rembandt, pero cuando ves la luz de sus cuadros y ambientes interiores, en una época en que sólo existía la luz de la vela, te das cuenta de que es un maestro. Para mí ha sido la gran escuela. Si tú ves un paisaje mío, las luces que pasan a través de las nubes, son golpes de luz que no tienen ninguna logica con la realidad. Cuanto tú pintas paisajes documentales, debes tratar de que la luz venga de un solo lado. Pero en mis cuadros, yo pongo la luz donde el cuadro me la pida, así sea una luz falsa. Mi pintura no es documental. Por eso, si te pones a ver, su luz es completamente ilógica, no sabes de dónde viene.
Si algún origen tienen estos paisajes imaginarios de Angel Hurtado, él
lo ubica en su regreso a Margarita, después de 36 años fuera de
Venezuela. Me quedé maravillado, como si estuviera reconociendo a la
naturaleza por primera vez, sobre todo las noches. Ver estrellas fue
impresionante. Yo tenía más de 30 años sin verlas. Eso influyó mucho
en este cambio planetario que he hecho. Porque pasar de la civilización
extrema al primitivismo extremo, es un cambio planetario. Claro
que la relectura de Carpentier, en Los pasos perdidos, hoy su libo de
cabecera, mucho tuvo que ver con ese redescubrimiento de la naturaleza
pura. En 1972 surgieron los tepuyes como sugerencias abstractas, nos dice,
sin que yo antes hubiera estado allá, pero me interesaba mucho su forma.
Era un mundo desconocido para mí, fabuloso. El único territorio virgen
que queda todavía, porque estamos destruyendo este planeta. Por eso los
llamo paisajes primigenios. Y es lo que quiero hacer con estos paisajes,
imágenes de cómo era el mundo antes de que el hombre llegara a
destruirlo. Desde
hace cinco años, Angel Hurtado está instalado en Porlamar. Margarita es
muy parecida a El Tocuyo -refiere-, su clima caliente, su tierra árida, y
sus tunas. Y como me gusta mucho el mar, reuní el paisaje de El Tocuyo
con el mar, una simbiosis que me interesaba mucho. Nada mejor que una isla
para aislarse. Yo tengo 72 años, y me doy un máximo de diez años de
vida. Y estos últimos diez años quiero pasarlos aislado. No me interesa
el contacto con los grandes centros culturales, porque ya lo viví. Lo que
quiero es retirarme a digerir todo lo que he visto, a trabajar y a
descubrir quién soy yo, qué es lo que soy, qué tengo por dentro y si
vale la pena sacarlo. Y en la paz que el océano le permite, el agua y la arena se hacen sequía, para que el artista recupere parte del paisaje perdido de su región natal. Un paisaje que hoy se llama horizonte marino, la Gran Sabana o Los Andes. Un paisaje que ya no existe en lo real, y que por ello reafirma su dimensión simbólica, y va más allá en el tiempo, más allá de la memoria, hasta adquirir la condición primigenia y la inocencia del origen, tal como Angel Hurtado hoy nos los presenta. Maritza Jiménez, Periodista y Poeta
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