Revista electrónica del Grupo de Arte de la Asociación del Personal de la OEA - Octubre 2003 |
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APUNTES DE ARTE |
MODERNISMO El modernismo (Art Noveau) fue un fenómeno europeo. Comenzó aproximadamente en 1890, alcanzó su apogeo hacia el final del siglo y concluyó más o menos media década mas tarde. Cuando comenzó a extenderse desde Inglaterra a Bélgica, Alemania, Francia y Austria, había sonado también, la hora del eclecticismo en Europa. El arma con que se enfrentó a la arquitectura de estilos fue el ornamento no histórico, sino dinámico y orgánico, que expresase una nueva y original intencionalidad formal. Para el “Jugendstil” (llamado así en Alemania por la revista jugend = juventud) que apareció en 1896 por primera vez en Munich, “orgánico” significa por tanto, algo diferente de lo que significaba para Luis Henry Sullivan (1855-1924 USA) o para Frank Lloyd Wright (1869-1959 USA), arquitectos y pioneros del Funcionalismo. Ciertamente en Sullivan existen abundantes ideas ornamentales que se acercan al trazado de la fluyente línea modernista, pero el ornamento no penetra en la armazón arquitectónica del cuerpo del edificio, sino que se limita a zonas determinadas y se considera superfluo. Para el modernismo en cambio, resulta imprescindible. Se le considera el origen vital de las formas, no un invento ulterior, sino un impulso elemental. Las grandes obras artísticas del Siglo XIX habían tenido hasta entonces el carácter de avances aislados, la unidad de las artes se había perdido o estancado. Los grandes pintores no se interesaban por el desarrollo de la arquitectura y ésta a su vez había excluido las artes menores: como la pintura y la escultura de su contexto general. Los aspectos negativos de este desarrollo se hicieron sentir, primero en Inglaterra, pues era allí donde había progresado más la industrialización y en consecuencia había actuado con más fuerza el empobrecimiento de la cultura del gusto. Se había impuesto el vacío patetismo de formas sobrecargadas y la copia de los estilos históricos. Al principio de los noventa penetraron en la arquitectura las formas menores ensayadas en la industria artística. De manera característica se apoderan primero de los lugares que se prestaban a su dinámica lineal. Como por ejemplo en el palacio Güell en Barcelona construido entre los años 1885 y 1889 por Antoni Gaudi (1852-1926), arquitecto español, y Cornet (1852-1926), arquitecto español quien combinó el Neogoticismo con el Modernismo, a pedido del mecenas de las artes e industrial español Eusebio Güell y Basigalupi. Dicho palacio posee una reja curvilínea en el portal, análogamente pero de forma más disuelta y asimétrica, configuró Guimard la entrada del Castel Beranger. El edificio más importante de esta fase estilística es la Casa Tassel que construyó Víctor Horta en Bruselas. En cuanto a la pintura y escultura, aunque se encuentran más al margen de la tendencia estilística, son alcanzadas por el lenguaje formal del Modernismo. La vuelta hacia la linealidad curva se puede comprobar en Paul Gauguin (1848-1903), pintor francés cofundador del movimiento Simbolista y también en Edvard Munich (1863-1944), pintor noruego precursor del Expresionismo. El tipo humano cultivado por el Modernismo es delgado y de largos miembros. Su origen se encuentra en la obra de William Blake (1757-1827), poeta grabador y pintor ingles, máximo exponente del Prerromanticismo. Ademanes preciosistas subrayan la delicada fragilidad del cuerpo y las siluetas son de valiosa linealidad, a veces quebradizas a la manera del Gótico y luego ondulantes de nuevo en ricas curvas. La transformación ornamental emplea reducciones y entretejimientos sorprendentes. La composición transforma el espacio en energías lineales, que van desde el centro del cuadro a los bordes para oponer el vacío a la plenitud. El cuerpo humano se convierte en una planta artificial. De esta excentricidad proceden las figuras con las que Gustav Klimt construye unos años mas tarde sus cuadros ( mosaicos menudos multicolores con motivos ornamentales). En síntesis diremos que la pintura del Modernismo no dio ningún impulso con proyección de futuro, al desarrollo de la pintura de tabla. La voluntad artística de estos movimientos no se encarna en la formación estética aislada, sino en la obra de arte total. Con su extinción hacia mediados de la primera década del siglo anterior, finaliza un periodo de transición y la renovación pictórica recurre de nuevo a las personalidades mas destacadas entre los “superadores” del impresionismo, primero a Van Gogh y Gauguin y luego a Cezanne. |
Recopilado por Lionel Najera |
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